domingo, 19 de junio de 2011

El despertar anarquista (Entrevista con Daniel Barret).

Hagamos nuestra una frase de Oscar Wilde: “Es malo que hablen mal de mí pero es mucho peor que no digan nada”.

Daniel Barret, libertario uruguayo, en entrevista con la Agencia de Noticias Anarquistas deja entrever que el reciente crecimiento de grupos anarquistas en América Latina obedece a ciertas superaciones de las prácticas del marxismo-leninismo… y también lleva a nuevos vicios e incluso, vanalidades.

Conversación Libertaria - Parte I

“Hablar de un despertar anarquista no quiere decir que estemos frente a una revolución inminente de signo libertario”

Lo que sigue es una conversación con Daniel Barret, anarquista de Montevideo, Uruguay.

Agência de Notícias Anarquistas > Como pocas personas te conocen acá en Brasil, te pido que hables un poco de tí, de tu trayectoria anarquista, qué estás haciendo en la actualidad…

Daniel Barret < En principio, es necesario aclarar que Daniel Barret no es más que un seudónimo de uso relativamente reciente. Con esa firma publiqué en el año 2001 un folleto sobre las movilizaciones de Génova en las que fuera asesinado Carlo Giuliani y continué usándola en trabajos sucesivos: sobre la invasión a Afganistán, el levantamiento popular en Argentina, la situación del movimiento anarquista internacional, Cuba, etc. En aquel entonces -julio del 2001- ya estaba convencido que el movimiento anarquista comenzaba a enfrentarse con un tiempo nuevo y, puesto que nosotros no acumulamos méritos para ningún curriculum, quise enfrentarme al mismo con mi propia renovación personal, de la cual el nombre no es más que su expresión simbólica; la expresión nominal y menor de ese anhelo libertario de crearnos y recrearnos permanentemente no sólo fuera sino además en contra de los espacios jerárquicamente institucionalizados. Sin embargo, lo uso solamente en los trabajos escritos y en las relaciones fuera de Uruguay que he encarado desde esa fecha en adelante.

Mientras tanto, puesto que nunca rompemos enteramente con nuestra historia ni corresponde hacerlo, cabe decir que mi alter ego es un militante algo menos joven. Me reconocí como anarquista por primera vez a los 15 años, allá por 1967, y puede decirse que, en términos generacionales, me formé en ese territorio en el que se combinaban, en forma no del todo coherente, las influencias de la eclosión juvenil de fines de los 60 y la experiencia de las guerrillas latinoamericanas con la admiración por la gesta revolucionaria del anarcosindicalismo español. Durante todo este tiempo he desarrollado actividades militantes en organizaciones sociales -estudiantiles, barriales, sindicales, etc.- y simultáneamente en distintos agrupamientos específicamente anarquistas; algo que sería largo y tedioso enumerar.

Hoy ya no puedo desarrollar, por razones obvias, actividad estudiantil; aunque la idea no me desagradaría en absoluto. Sí desarrollo una menguada actividad sindical en un contexto burocrático que no permite albergar demasiadas expectativas y mantengo también una presencia más entusiasta en mi lugar de vida; el más antiguo de mis amores, el Cerro, un barrio obrero montevideano de larga, fuerte y reconocida tradición libertaria. En cambio, actualmente no pertenezco plenamente a ninguno de los nucleamientos anarquistas que existen en Uruguay aunque sí participo de actividades puntuales de algunos de ellos; y, naturalmente, también de las actividades comunes y coordinadas. Esto es así porque pienso que es de mayor provecho dedicar tiempo, energías y reflexiones a tender puentes entre las diferentes alternativas que a fortalecer una de ellas en particular. Admito que esto es muy discutible pero para mí se constituye como punto definitorio en las actuales circunstancias y espero poder desarrollarlo más extensamente en el transcurso de esta conversación.

ANA > Tú eres optimista con el anarquismo o los anarquismos?

Barret < Rotundamente, sí; aunque vale la pena aclarar que el optimismo en este caso es bastante más que un estado de ánimo. Cuando antes hablaba de un tiempo nuevo para el movimiento anarquista quería referirme fundamentalmente a un escenario internacional que de un tiempo a esta parte ha ensanchado las posibilidades de desarrollo de las corrientes libertarias. Los primeros años 90 del siglo pasado fueron los tiempos de una reacción galopante y la caída del “socialismo realmente existente” derivó en una rampante y absurda cabalgata del liberalismo; el que, en sus momentos de mayor delirio, llegó a hablar incluso del “fin de la historia”. Pero, la extensión de las políticas inauguradas por el tándem Thatcher-Reagan en los años 80 se enfrentó rápidamente con un fracaso tras otro: en Europa Oriental, en el sudeste asiático, en América Latina e, incluso, menos espectacularmente, en los propios países centrales. En los años 60 y 70 una crisis de esa magnitud hubiera sido canalizada y capitalizada, no exclusivamente pero sí en gran medida, por las distintas corrientes marxista-leninistas. Pero a fines del siglo pasado eso ya no era posible por cuanto el colapso del “socialismo real” no sólo privaba a los movimientos revolucionarios del paternalismo protector de la Unión Soviética sino también del marxismo-leninismo en tanto concepción pseudo-científica y medianamente seductora. Estas cosas delimitan dos tendencias bien marcadas y ambas confluyen finalmente -también con otras tendencias menos exuberantes, naturalmente- y dejan detrás y delante suyo un enorme vacío que el anarquismo se propone llenar a su modo y dentro de sus posibilidades. Esquemáticamente, puede decirse que todo ello adquiere su simbólico reconocimiento internacional en Seattle, en diciembre de 1999, y se constituye en el telón de fondo del actual despertar anarquista.

Pero esta constatación optimista impone algunas precisiones. En primer lugar, hablar de un despertar anarquista no quiere decir que estemos frente a una revolución inminente de signo libertario y ni tan siquiera frente a la rápida conversión del movimiento social en ese sentido sino apenas ante un escenario propicio al desarrollo y el despliegue de minorías activas capaces de extender el radio de influencia de nuestras propuestas y de nuestras prácticas. En segundo término, lo que se ha abierto es un campo de oportunidades pero éstas no se convierten en realizaciones por generación espontánea sino que las mismas esperan todavía por un movimiento anarquista en condiciones de asumirlas como su tarea propia. Por último, este jubiloso despertar no debería empañar la percepción de nuestras debilidades y carencias sino que, al contrario, tendría que estimular una adecuada visualización de las mismas y un trabajo consecuente sobre ellas. Asumir o no estas cosas colectivamente es, tal vez, la diferencia entre reforzar el optimismo o hacerlo desembocar en una nueva decepción.

ANA > Concuerdo cuando hablas de este despertar anarquista a nivel planetario, claro, sin caer en ufanidad. Y este crecimiento se puede evidenciar de formas diversas, desde el aumento a cada año de actividades anarquistas, brote de grupos en lugares sin ninguna tradición anarquista, publicaciones de libros, manifestaciones, y, curiosamente, por el aumento de presos anarquistas en el mundo. No sé con certeza, pero en los últimos 30 años nunca ha habido tantos presos anarquistas en el mundo. Pero percibo que el anarquismo podría estar en una situación mucho mejor, uno si tuviera más recursos, otro, la calidad de la gente que se asuma anarquista, otro el grado de compromiso, entrega… Un ejemplo que cito siempre es el de los punks. Existen por millares, en todos los lugares, pero efectivamente, por falta de contenido, no tienen ningún peso en la sociedad, son “sólo números”. Esta nota no se refiere a todos los punks, pero sí al grueso de ellos. En el grado del compromiso, hablo de la gente que se dicen anarquistas, pero no se atreven a luchar en su cotidiano, en ningún aspecto de la vida, solamente “entre cuatro paredes”. Es increíble mientras que pueden existir anarquistas que ven un problema “debajo de su nariz”, pero no mueven un dedo para intentar transformar este problema, moverse, por el contrario, algunos van a escribir tesis, artículos o libros en lo referente a todo esto. (risa) ¿Qué piensas sobre esto?

Barret < Dividamos los comentarios en dos partes. En principio, parece que no hay demasiada discusión en cuanto al despertar anarquista y a que éste puede constatarse en al menos seis planos diferentes: las presencias en las grandes concentraciones del movimiento internacional “anti-globalizador” o “alter-mundialista”; la proliferación de grupos de composición básicamente juvenil; la relativa recuperación de influencias en espacios más o menos “tradicionales” de actuación social; la multiplicación de actividades editoriales clásicas y en formato web; la floración de encuentros de discusión e intercambio de todo tipo; y, por supuesto, la renovada preocupación de los organismos represivos que ya no ven en el movimiento anarquista a una vertiente pintoresca y poco preocupante sino a un factor real de “perturbación”. Nada de esto ocurría a esta escala y a nivel mundial hace 10, 15 o 20 años atrás y es por eso que podemos hablar de un despertar libertario y entender el mismo como un fenómeno históricamente reciente.

Ahora bien; creo que la manera más adecuada y menos traumática de procesar lo que tú acertadamente señalas es del siguiente modo. Siendo el despertar anarquista un fenómeno reciente, el movimiento que lo encarna no puede menos que ser básicamente juvenil, carente todavía de experiencia histórica prolongada y de la templanza o el fogueo que se derivan de la misma. En circunstancias de ese tipo, el movimiento resultante no puede menos que ser aluvional y variado, donde se combinan los compromisos más profundos con las meras concesiones a la moda. Aceptándolo de ese modo -aun a regañadientes y sin aplaudirlo o auspiciarlo-, los anarquistas que lo son solamente dentro de las cuatro paredes de su casa resultan preferibles a los enemigos declarados.

Estoy de acuerdo contigo en que allí hay un problema que deberíamos atender pero debemos hacerlo adoptando una perspectiva histórica. Un movimiento anarquista aguerrido y capaz de hacer resonar su voz en todas las ocasiones que lo requieran no surge de un día para el otro ni de un año para el siguiente. Observemos las experiencias disponibles en nuestra propia historia. La respuesta que dio el anarcosindicalismo español en julio de 1936 no comenzó a gestarse ni en junio ni en mayo del mismo año sino en 1868, cuando la formación del primer núcleo internacionalista. Entre una fecha y la otra hubo insurrecciones, cárceles, muertes, sufrimientos, decisiones insobornables y una interminable sucesión de heroicidades. La historia nunca se repite textualmente pero igual podemos sentir y decir que estamos en un nuevo y parecido comienzo y que el movimiento que hoy tenemos frente a nuestros ojos también tiene que pagar el precio correspondiente. Sea como sea, yo creo y espero que habrá de ser así.

ANA > Siguiendo el razonamiento de la pregunta pasada, tú concuerdas con la idea de que algunos “anarquistas” son más peligrosos que nuestros adversarios, el sistema en general, puesto que para ellos es mejor destruir a un anarquista que al enemigo? Hablo esto en lo referente a las luchas intestinas que suceden en el universo anarquista, que, deseemos o no, es factor también de no ser muy efectivos en el conjunto de la sociedad.

Barret < No, no pienso que algunos anarquistas sean más peligrosos que nuestros adversarios pero tampoco subestimo la incidencia de los problemas internos. Esos problemas son muchas veces lamentables pero también deben ser ubicados en la perspectiva histórica de que hablábamos recién. Uno de los rasgos más notorios del actual despertar anarquista es que el movimiento no cuenta con un paradigma de organización y acción ampliamente extendido y aceptado como los que hubiera un par de veces en nuestra historia. Es un momento de búsquedas y de confusión que ha dado lugar también a algunos hallazgos y a algunos re-descubrimientos. Entonces, toda vez que quienes han realizado estos hallazgos y estos re-descubrimientos se afirman en los mismos como si se tratara de la solución definitiva a nuestras carencias, desarrollan un discurso sectario y una práctica del mismo tono respecto a otros nucleamientos anarquistas, lo cual no hace más que reforzar un clima general internamente turbulento; aunque no en todos los países se manifiesta con la misma intensidad.

Creo que estas cosas se plantean de este modo como contrapartida libertaria de la propia fragmentación de la sociedad y también porque nos encontramos en un momento especialmente fermental. También pienso que algunas de las diferencias internas al movimiento anarquista están artificialmente amplificadas y no sobrevivirán al actual momento histórico. La línea de fuga de esta conflictiva pienso que reside en el trabajo de renovación teórico-ideológica y político-práctica que reubique al movimiento anarquista no en un tiempo y en unas sociedades que ya no existen y que no volverán sino aquí y ahora. Pero, claro, una cosa es decirlo y otra cosa es hacerlo; y hacerlo ya no depende de una o varias mentes inspiradas sino de un movimiento que forme parte de las luchas que distinguen esta época en la que nos ha tocado vivir.

ANA > Otro termómetro que podemos destacar en este “despertar anarquista” es el de las citas en los grandes periódicos de las palabras “anarquía”, “anarquista”, “anarquismo”, “libertario”. Claro, muchas veces son comentarios peyorativos, pero otros no, al contrario, son hasta hermosos. En los últimos años he acompañado diariamente el periódico más grande de Brasil, “A Folha de Sâo Paulo”, y he percibido que és muy común citar la palabra, “anarquista”, “libertario”… principalmente en cuadernos de cultura. Tú percibes esto en otros lugares, en Uruguay, Argentina…

Barret < Sí, sin duda. Hagamos nuestra una frase de Oscar Wilde: “Es malo que hablen mal de mí pero es mucho peor que no digan nada”. Por lo tanto, celebremos las campañas en nuestra contra que puedan desatarse desde los grandes medios de comunicación. No importa que generalmente exageren y se nos atribuya una influencia que todavía no tenemos y tampoco interesa demasiado que muchas de las afirmaciones allí contenidas no revelen más que una extraordinaria ignorancia. Lo cierto es que ha comenzado a hablarse con mayor frecuencia y mayor energía del anarquismo y del movimiento que lo encarna. Eso es sintomático y nos ubica en el interior de polémicas de las que hasta hace pocos años estábamos excluídos. Y lo mismo ocurre ya no con los grandes medios sino también con las publicaciones de la izquierda marxista. Ya ha comenzado a hablarse en esos ámbitos de una corriente libertaria latinoamericana como alternativa “extraviada” de los movimientos sociales que se niega a adoptar la “ciencia del proletariado” o a construir el “partido de vanguardia”. ¡Qué hablen! Es mucho mejor eso que lo que ocurría hasta hace unos años en que simplemente se nos veía como flores exóticas o como piezas de museo.

Si no resulta demasiado largo o demasiado aburrido, voy a darte un indicador más. Cuando las universidades latinoamericanas estaban hegemonizadas en ciencias sociales por el pensamiento marxista, el anarquismo era un tema que sólo se aceptaba en los cursos de historia o de literatura; como si los anarquistas no pudiéramos dedicarnos a otra cosa que a las mitografías. Hoy eso está cambiando lentamente y ya es posible encontrar experiencias como las del Núcleo de Sociabilidad Libertaria en la PUC de San Pablo o el curso de “Introducción al Pensamiento Anarquista Contemporáneo” que ha empezado a dictarse este año en la carrera de sociología de la Universidad Mayor de San Simón en Cochabamba o la receptividad que se ha encontrado en la UCV de Caracas. Creo que ése es también un signo de los nuevos tiempos y una parte más de nuestro campo de oportunidades.

ANA > Quizás, el Brasil es el país latino americano que tiene el mayor número de profesores y profesoras anarquistas, tanto en universidades como en escuelas secundarias. Hay también centenares de estudiantes universitarios anarquistas. Pero como la contradicción hace parte de la vida, y del anarquismo, no tenemos ninguna organización o red de profesores anarquistas, ni de estudiantes universitarios al nivel nacional.

Barret < No deberías apenarte demasiado por eso, Moésio, y sí cargarte de paciencia. El movimiento anarquista atraviesa un momento inaugural y augural que todavía no ha resuelto algunas cuestiones que, en otras circunstancias, no habrían requerido más de dos minutos de dedicación. Por otra parte, Brasil es un país que tiene dimensiones continentales y no puede resultar sencillo que coordinen inmediatamente personas que viven a miles de kilómetros de distancia entre sí. Creo que en países como Brasil -y lo mismo vale para Argentina y para México, por lo menos- habría que partir de agrupaciones locales que tarde o temprano se encontrarán; siempre y cuando tengan motivos y necesidades para hacerlo. De momento, es bueno saber que hoy hay centenares de militantes anarquistas en esos medios puesto que hace algunos años ni siquiera los había. Que esos militantes converjan es parte de nuestros deseos y, sobre todo, parte de un trabajo todavía por hacer.

ANA > Otro impacto positivo para el anarquismo fue el brote de nuevos medios electrónicos, como la Internet. En mi opinión, aunque con algunas reservas, los anarquistas se han apropiado muy bien de este medio, en varios aspectos. Por otra parte, a cada año es cada vez mayor el número de dossiers de fondo anarquista, o anti-autoritario lanzados en el mundo. ¿Concuerdas conmigo?

Barret < Sí, naturalmente. Voy a contarte una anécdota que a mí hoy me provoca risa. Hace unos años -no demasiados, puesto que me incorporé tardíamente al uso de las herramientas informáticas-, la primerísima vez que usé un motor de búsqueda, coloqué con ansiedad y cierto temor la palabra “anarquismo” y me topé con que había un par de cientos de referencias a las cuales recurrir. ¡Estuve dos noches sin dormir de la emoción! Hace un par de días hice lo mismo por curiosidad y ahora el resultado es de 186.000 referencias mientras que, para establecer una comparación razonable, el término “leninismo” arroja tan sólo 67.200. ¡Y eso ya no me provoca conmoción alguna! O sea que el cambio ha sido prodigioso y la “invasión” anarquista en Internet ha tenido logros impresionantes. Aunque, por cierto, pienso que hay por lo menos dos cosas que atender a ese nivel: en primer lugar, densificar conceptual y prácticamente nuestras comunicaciones, que en ocasiones corren el riesgo de trivializarse; y, en segundo término, no confundir nuestra presencia en la realidad virtual con nuestra presencia en el mundo de las relaciones “materiales”, que son las que deben seguir importando por sobre todas las cosas.

Pero hay alrededor de esto un asunto de mayor trascendencia todavía. Internet pone a nuestro alcance el modelo de organización más adecuado a nuestra época: el modelo de las redes. Teóricamente, las redes pueden instalarse en diferentes regímenes comunicacionales -pueden funcionar con señales de humo y con el tam-tam de los tambores, por poner dos ejemplos- pero ninguno permite alcanzar estos niveles de rapidez, volumen y alcance unido a la perdurabilidad de la escritura misma. Esto, y sólo a modo de ilustración, lleva a su mínima expresión dos problemas clásicos de las organizaciones anarquistas: el de quienes habrán de encargarse de las relaciones y el de quienes tendrán bajo su responsabilidad las tareas de “prensa y propaganda”. ¿Qué sentido tiene discutir tales cosas en un régimen comunicacional abierto y multidimensional en el que tiempo y espacio se dilatan y se contraen según la ocasión? La linealidad secuencial y la territorialidad son parte de la lógica de funcionamiento del poder y romper con ellas es hoy inmediatamente posible; al menos, en un sentido limitado.

ANA > ¿186 mil? Si ponemos la palabra “anarquismo” en otros idiomas, entonces vamos más lejos. (risas) Sigo este “caminar” anarquista en el mundo cibernético, y noto que en el principio la gran mayoría de las cosas anarquistas encontradas en este medio eran desperdicios, un horror, hoy cambió totalmente. ¡Hoy nosotros hasta podemos oír la gran Radio Libertaire francesa! (risas)

Barret < Sí, por supuesto, habría que agregarle las referencias en inglés, en francés, en italiano, etc. y tendríamos entonces muchísimas más. Pero la calidad debe importarnos más que la cantidad y estoy de acuerdo contigo en que también hay una superación en ese sentido; la que corre paralela a algunos elementos de orden técnico, como la posibilidad de utilizar servidores de mayor capacidad, pero sobre todo depende del enriquecimiento de la discusión y la elaboración del movimiento en los últimos años. Sea como sea, hoy contamos con algunas páginas emblemáticas desde el punto de vista de la circulación de informaciones como A-Infos (www.ainfos.ca) en Canadá o de foros de discusión como A las barricadas (www.alasbarricadas.org) de España. Algunas otras páginas están cumpliendo un interesante papel de promoción organizativa e interconexión en regiones donde el movimiento es todavía incipiente en términos históricos como Alternative Network for Eastern Europe (http://www.alter.most.org.pl/fa/) y Gaizao - Radical Voice of East Asia (http://gaizao.org/anarchist.php). Y también en América Latina hay una elevación del nivel, con experiencias promisorias -hasta donde llegan mis conocimientos- en México, en Brasil, en Venezuela y en Chile. De todos modos, antes que en el regodeo satisfecho, pienso que lo importante es soñar con lo mucho que todavía nos queda por hacer; en este terreno como en tantos otros.

ANA > ¿Cómo __evalúas algunos textos escritos por los marxistas, o ex-marxistas como Manuel Castells, Michael Albert, un mexicano que ahora no recuerdo el nombre, destacando el anarquismo actual, su validez? Lo curioso es que algunos de éstos gravitan, frecuentan el F$M (Fórum $ocial Mundial). O como tú dices ¿nuestras filas son abiertas y desmilitarizadas? (risas)

Barret < Cornelius Castoriadis sostenía muchos años atrás que, habiéndose formado en las filas del marxismo revolucionario, en cierto momento tuvo que plantearse el abandono del marxismo para seguir concibiéndose como revolucionario. Hoy, buena parte de la intelectualidad marxista -tanto en Europa como en América Latina- ha marchado con armas y bagajes hacia las filas de la socialdemocracia cuando no hacia las propias tiendas del neoliberalismo. Algunos otros persisten en la celebración ritual del dogma como si nada hubiera ocurrido y continúan observando el mundo desde la cubierta del acorazado Potemkin. Pero los más lúcidos y autocríticos no tienen muchas más alternativas -si pretenden seguir siendo revolucionarios- que transitar un camino parecido al que anticipara Castoriadis y por lo menos aproximarse a posiciones libertarias. Esto es coherente con todo lo que hemos venido conversando y forma parte de este nuevo despertar anarquista.

Pero, igualmente, las condiciones del trabajo intelectual “puro” conllevan casi siempre un buen caudal de contradicciones con el modus operandi anarquista. El intelectual reconocido como tal es generalmente un profesor universitario o un escritor “exitoso” o un artista y está acostumbrado a moverse en espacios que garantizan su centralidad incluso arquitectónicamente; donde todas las miradas y todas las audiciones convergen en su figura. Piensa, por ejemplo, en un anfiteatro según el clásico modelo semicircular griego y también en un auditorio o una sala de teatro. Entonces, el Foro Social Mundial es una tentación demasiado fuerte para ese tipo de personas: ¡es Eva ofreciéndole nuevamente a Adán la manzana del árbol del saber! En fin: creo que es un problema, efectivamente, pero no de los más importantes. Permíteme, sin embargo, que mencione y recuerde aquí a un intelectual de primera fila que supo romper con esas “malas costumbres” y que era capaz de desplazarse cientos y miles de kilómetros simplemente para beber vino con sus amigos y aprender las cosas más importantes de la gente más sencilla: René Lourau.

ANA > René Lourau?

Barret < René Lourau fue un sociólogo francés, profesor en la Universidad de París, muerto prematuramente en el año 2000. Tengo entendido que, en mayo de 1968, René era el joven ayudante de cátedra de Henri Lefebre y que, rápidamente, desarrolló una producción intelectual propia, siendo uno de los pilares del análisis institucional; una corriente que cuenta con exponentes en Brasil así como también en Argentina y Uruguay. René, por supuesto, visitó estos países y cultivó en ellos muchas amistades. Pero su ejemplo me vino inmediatamente a la memoria porque recordé la ocasión en que René dio una conferencia en un local de la CNT española un cuarto de siglo atrás e invitó a los presentes a cuestionarse si la propia disposición de la sala no era también, inconcientemente, una concepción del saber que implicaba una distribución asimétrica de la capacidad de hablar y de ser escuchado. Pero, afortunadamente, tenemos a nuestra disposición muchos más ejemplos de ese tipo. Piensa, por poner otro caso, en el George Brassens que cantaba estas estrofas: Je vivais a l’écart de la place publique, serein, contemplatif, ténebreux, bucolique; un Brassens que experimentó los halagos del éxito artístico convencional sin dejar de ser un militante de la secretaría cultural de la Federación Anarquista Francesa.

ANA > En el 36, en España, había un anarquista, que no recuerdo el nombre, que dijo que los anarquistas eran numéricamente muy pocos, entonces cada anarquista tendría que multiplicarse, valer por dos, tres… (risas) ¿Qué piensas?

Barret < Bueno, no tengo presente la cita y prefiero aprovechar la pregunta para especular mínimamente sobre el carácter de la militancia libertaria. Malatesta decía que no ponía su condición humana al servicio de la anarquía sino que era anarquista porque ello estaba al servicio de su condición humana. Pienso, entonces, que un militante anarquista no tiene por qué multiplicarse sino ser él mismo todas las horas del día. Ese desafío es enorme sin necesidad de agregado alguno: intentar ser coherentes en nuestro trabajo, en nuestro estudio, en nuestro barrio; con nuestros vecinos, nuestros hijos, nuestros amores. Sabiendo además que en cualquier actividad específica que emprendamos tendremos que ser enteramente responsables de ella, sin aceptar “especializaciones” esterilizantes y mucho menos escisiones entre “cuadros” que deciden y “cuadros” que simplemente ejecutan. En fin: yo no hablaría de multiplicación, entonces, sino de la permanente e interminable construcción ética de nosotros mismos; lo que de por sí ya es bastante.

ANA > Recordé, quién dijo esto fue Federica Montseny. El razonamiento de ella es que éramos pocos en lo referente a nuestro adversarios, entonces tendríamos que hacer el trabajo de dos anarquistas, multiplicarse, duplicarse… En el fondo creo que tenía razón, y esto se podría aplicar a los días actuales. En fin…

Barret < Sí, creo que en el fondo, en el plano sentimental, estamos diciendo lo mismo. Tal vez la única discrepancia sea que prefiero -hasta por razones estéticas- ser yo mismo, único e indivisible, antes que multiplicarme por dos, por tres o por cuatro. Quizás sea mejor decirlo con una alegoría. Euclides definía la recta como una sucesión de infinitos puntos en una misma dirección mientras que Heráclito -Grecia tenía ya anticipadamente sus geometrías alternativas- lo hacía diciendo que la recta no era otra cosa que la estela dejada por un punto en su recorrido. Concibamos que cada uno de nosotros es ese punto heracliteano, transformemos ahora las rectas en curvas, segmentos de curvas, semi-curvas o curvas punteadas y veremos que ésa es una forma más de practicar aquello que antiguamente se llamaba “propaganda por los hechos”; algo que, bien mirado, no da malos resultados y nos permite avanzar en el camino de la auto-construcción ética.

agência de notícias anarquistas-ana

No hay comentarios:

Publicar un comentario