Trascripción de la intervención de Toni Negri en el NoWork Festival octubre 2004
Toni Negri
Me siento extraño aquí… ante todos estos micrófonos. La primera vez que hablé en Milán en el 68-69 no había micrófonos, cuando recién llegado de Padua tenía delante el folleto de Porto Marghera.
Estaba exactamente al otro lado de la calle con el panfleto que decía ‘cinco mil liras para todos’. Era una reivindicación de igualdad salarial en las luchas, una reivindicación que luego se impuso en el otoño del 69 y que pasó a ser una de las grandes fuerzas, excusad la exageración, una de las grandes fuerzas de la constitución del Impero, vale decir que ha sido propiamente a través de estas luchas tan localizadas y tan determinadas -viale Sarca, Alfa Romeo de Arese, viale de la Industria a Marghera, porta 2 e 3 de la Fiat, más las otras miles que en Europa, en los USA y en el mundo, pensadas sólo al milagro increíble del ABC de Sao Paulo- las que han determinado el pasaje a una nueva forma de organización del capitalismo. Han demostrado que a nivel del Estado-nación la presión de la clase obrera, la capacidad de la clase obrera para luchar como sujeto consciente de sus propios derechos y de su propio trabajo (el derecho es siempre una consecuencia del trabajo que se hace, es siempre una consecuencia de la actividad que se da en lo social), he aquí que estas luchas han determinado la imposibilidad para el Estado-nacion de controlar los movimientos y su desarrollo. Estas luchas han determinado una enorme nueva internacionalización que se ha llamado globalidad, globalismo.
En estos 30 años que nos separan de aquellos gloriosos años milaneses, no sólo para mí sino para muchos de vosotros que reconozco hoy aquí, en estos 30 años se ha realizado una nueva posibilidad enorme de lucha y una nueva posibilidad enorme de comunismo. Hoy evidentemente ya no hablamos de lucha de clase obrera sino de luchas de estratos, diversos, sociales -el nombre multitud que se aplica a esta complejidad de fuerzas singulares capaces de desarrollar luchas es un nombre que puede cambiarse en todo momento, es un nombre simplemente de uso: una fórmula. Lo importante son los contenidos de este proceso. Los contenidos son aquellos que han ampliado enormemente la capacidad de lucha y la capacidad de incidencia de los movimientos sociales, de los movimientos organizados en torno al trabajo.
Es el trabajo, es la lucha contra la explotación, es la lucha contra lo que es la apropiación sistemática y continua que el capital desarrolla respecto a la energía de reproducción social, frente a la energía, excusadme la palabra, de amar y de reproducir el mundo.
Esta historia del amor: cuando digo el amor no es solo el hecho romántico de acostarse con una señora sino que me refiero a una de las fuerzas fundamentales que dirigen el mundo en la relación con los otros y que determinan la cooperación, etc… Cuando digo esto me agrada porque pienso de verdad que este elemento de amor, de predisposición a la construcción de cooperación sobre la base de afectos constituye la misma razón por la cual estamos en sociedad, sociedad que no nos es impuesta por el capital, por el Estado, por las categorías funcionantes como por el pueblo, las organizaciones que las constituciones prevén, sino que son apuntadas por esta disposición a estar juntos, esta capacidad que tenemos de sentir nuestras necesidades y las de todos los otros que construyen la que es la forma de vivir y sobretodo la razón, el motor de la transformación del vivir.
En la nostalgia milanesa, nostalgias de amores milaneses, ante la temática de la igualdad salarial en la Pirelli, en Alfa Romeo donde vemos cuáles son hoy en este paso los problemas que tenemos en nuestra vida política y social.
No cabe duda que con este enorme pasaje hacia la globalización el capital también ha determinado nuevas formas de comando que anticipan la organización del consenso, la organización del trabajo a nivel social e industrial. Actualmente nos encontramos en una situación en la que la “desorientación capitalista”, dentro de este pasaje de la globalización, determina nuevas formas de comando que se llaman, de manera breve pero sustancial, GUERRA.
Hoy el capital no puede comandar a nivel mundial sobre el terreno general de la globalización si no a través de instrumentos de guerra, como lo demuestra de manera ejemplar el paradigma de la guerra iraquí, y como lo demuestra también a través de lo que es la sistemática y continua violación de las instituciones y de las reglas burguesas que el capital se había dado a nivel nacional y esto es a nivel de política nacional, a nivel de comunicación, a nivel de concesión o represión de los derechos, lo demuestra por tanto en todo el conjunto, la panoplia, de los que son sus instrumentos de intervención.
Por otra parte el capital es consecuente al recurrir a la guerra en esta situación. Las leyes que regían su capacidad de dominio, aquellas leyes que se referían a la gestión de la organización del trabajo de la clase obrera, en cuanto clase productiva fundamental, se han venido abajo. Hoy la producción ya no se da simplemente en la fábrica; ya antes de los años 70 lo habíamos empezado a pensar, y en parte practicado, que los muros de la fábrica caían, que los procesos de reproducción social y los procesos de cooperación social devenían siempre más importantes desde el punto de vista de la valorización del capital. Que el capital no podía ya vivir simplemente sobre la disciplina de fabrica sino que debía ampliar su dominio a través del control social total.
Y es este pasaje, que ahora ya nos es dado, el que ha determinado una medida de este desarrollo y de esta explotación que ahora confunde las zonas geográficas del mundo, de este desarrollo en la explotación que confunde los sujetos sociales de la explotación misma.
El “saber” es algo que era solicitado por la clase obrera. Ningún obrero quería que su hijo tuviese la misma vida de mierda que había tenido él, madrugando a las 5 de la mañana para ir a trabajar. Todo obrero quería que su hijo se convirtiese en un trabajador mental, que llegase a ser algo más, que tuviese un salario que pudiese cubrir sus necesidades, sin la fatiga bestial ligada a la taylorización del trabajo, a su sistemática subdivisión abstracta, a la alienación determinada que se daba en todo momento de su vida: dentro y fuera. Quería nuevamente que su capacidad de amor no fuese limitada por limites abstractos. Y he aquí que actualmente el capital se encuentra en una situación en la cual no tiene ya más medidas ni formas de organización.
¡Financiarizan! Juegan con las medidas del desarrollo del mundo sobre los ritmos de la bolsa, juegan con las dimensiones monetarias como dimensiones fundamentales en el control de la productividad social. Son todos elementos que son completamente superficiales y van más allá e comportan nuevas contradicciones respecto a lo que el desarrollo capitalista exigiría, que es una medida precisa del trabajo, del trabajo social.
Esta medida no existe y es dentro de esta crisis que se determina la ferocidad de esta guerra. Es sólo la fuerza que puede resolver los problemas de dominio, los problemas de dominación, es sólo la fuerza que a falta de cualquier otro criterio racional, ya sea este más o menos instrumental, ya sea este más o menos irracional, ya sea ligado a imaginaciones o a sueños.
La gran crisis, no crisis coyuntural, no crisis cíclica, sino crisis sustancial ligada a la misma naturaleza del dominio, a la misma forma de la dominación: es sobre esto que se desencadena esta guerra permanente e infinita que revela nuestro destino. Aquí no se trata de un gran optimismo al considerar esta situación; nos encontramos en una situación que es extremadamente pesada y dura. Es una situación que por otra parte está caracterizada por lo demás hacia la que es la emersión de toda una serie de nuevos movimientos, de nuevos elementos de contradicciones, de nuevos elementos de ruptura; dentro de una situación como la que os describo de hecho, una razón de dominio que es también una razón de legitimidad que viene continuamente construida por parte del poder, se desencadena evidentemente el reconocimiento en primer lugar de nuevas contradicciones, de nuevas pesadumbres, de nuevos momentos de sufrimiento social y también momentos de toma de conciencia de estas nuevas determinaciones.
Cuando Francesco relataba lo que los movimientos comenzaban a construir en la situación milanesa, éstos no pueden insertarse en este nuevo marco que no es simple o únicamente el de la lucha obrera -que permanece absolutamente fundamental porque existe una continuidad que permanece en la transformación del trabajo y del rechazo al trabajo y de las formas específicas del rechazo- que no están por lo tanto ligadas simplemente a las formas de lucha obrera industrial, ligadas a aquellas que son las razones directas del comando capitalista, sino que son razones que se extienden, en primer lugar, a sectores que son explotados de manera determinada, continua y precisa por parte capitalista, en segundo lugar, a aquellos estratos sociales que están implicados continuamente dentro de la continuidad del proceso productivo.
El trabajo intelectual, el trabajo cognitivo, el trabajo en general que llamamos “inmaterial”, es decir, el trabajo que no se hace simplemente con las manos sino con la cabeza, que se hace en el sector servicios, con la actividad instrumental o afectivamente directa, en la comunicación a través, obviamente, de determinaciones temporales, pesadez temporal de la explotación, pero también a través de una predisposición intelectual continua al trabajo.
Está hecho por lo tanto dentro de una serie de vínculos que superan la vieja calificación de la unidad temporal en la definición del trabajo: una hora de trabajo, un día de trabajo, el 3 por 8,… Es algo que comienza a establecerse… pues tenemos ya muchos avances en los países más desarrollados y no sólo en los países más desarrollados, en todos los sectores más avanzados del desarrollo, ya estén estos en América o en Europa o en los ex países del segundo mundo, es decir, en los ex países socialistas o en los países del tercer mundo.
En Johannesburgo o en Río de Janeiro no se trabaja de modo muy diferente de cómo se trabaja en Berlín o en Los Ángeles y las consecuencias sociales, las divisiones sociales atraviesan y comienzan a atravesar las mismas cesuras, las mismas rupturas. Los ghettos de Los Ángeles no son muy diferentes de los de Shanghai o Johannesburgo y la relación de división entre los rascacielos dirigentes y esta especie de multitud empobrecida, miserable y desesperada que existe en la base es algo que ya podemos reconocer por todas partes, universal y que nos toca directamente.
Esta es la condición y es una condición terrible porque comprende a todo el proletariado pero también a nuevas zonas enormes de trabajo productivo, de trabajo inmediatamente productivo, inmediatamente resoluble en los índices de acumulación del capital: el trabajo mental, el trabajo de investigación, el trabajo afectivo, de servicio, de cuidados, el trabajo campesino que viene siempre más cerrado dentro de sí mismo. Es difícil imaginar en las grandes llanuras de California, del sur, del Brasil o en Argentina estos blade runnner… pero existen! Basta ver, basta hablar con los trabajadores sin tierra para tener descripciones absolutamente increíbles. Quiero decir aquí una cosa que me había venido antes a la mente, mientras oía hablar a mi interlocutor, y era que hoy desgraciadamente el espacio del sueño se ha vuelto más pequeño, el espacio del sueño lo podemos cubrir a través de la encuesta.
Hago esta relación entre sueño y encuesta, no porque tenga nada contra el sueño o contra una interpretación optimista del sueño y sobretodo nada contra el subcomandante Marcos, pero pienso que hoy la relación entre el sueño y la realidad es de tal manera cercana que podemos conocer el sueño, poner luz en el subconsciente a través de la encuesta. Pienso que el atraso en nuestro conocimiento del mundo, respecto a las cuotas que la explotación determina, es tal que podemos efectivamente descubrir de nuevo el sueño de un mondo nuevo en el contacto directo de investigación de la realidad. Y podemos descubrir, dejadme introducir una palabra que puede ser atacada, el ODIO del enemigo, el ODIO de la explotación, a través de encuesta, a través del contacto, como compensación del AMOR que damos a los otros.
De todos modos –cerrado el paréntesis al cual espero me responderéis, porque me agrada hablar de estas pasiones spinozistas, tan antiguas, cosas que en el fondo atraviesan todavía a los hombres y que no podemos dejar tratar a las páginas de los periódicos, no?– quiero ahora volver a nuestro tema.
Todos estos nuevos movimientos que surgen están por un lado atrasados respecto a la que es la realidad capitalista que anticipa nuestra capacidad de reorganizarnos, de reorganizar la protesta contra la explotación, por otra sin embargo estos nuevos movimientos se encuentran en situación que determinan siempre más los objetivos comunes. Cuando digo esto, es decir que la multitud puede hacerse común, puede construir un común, que el conjunto de todas estas fuerzas que luchan pueden recomponerse sobre objetivos comunes, no digo algo que sea evidentemente fácil de construir, digo otra cosa: que existen todos los parámetros objetivos para que esto suceda. No solo la unidad de la explotación, la unidad del adversario.
El trabajo material, el trabajo intelectual, el trabajo de los servicios, el trabajo afectivo viene, por así decirlo, en la organización del trabajo por parte del capitalismo, unificados en torno a los que son los esquemas comunes de explotación. Esta es una cosa que es objetivamente real; cuando habláis con un campesino, con un campesino brasileño, os encontráis frente a alguien que dice “bueno, debo producir soja y esta soja necesita que la produzca según ciertos criterios que solamente el computer me da”.
La transformación del trabajo de programación es inmediatamente absorbida a nivel del trabajo intelectual, por otra parte la cualidad de su producción –y por tanto su relación con la explotación relativa- no puede sino depender de su capacidad de conocer el territorio sobre el que trabaja, utilizar este territorio con el amor que se tiene para producir una cosa que es cualitativamente capaz de ser puesta en común.
Hay una especie de relación entre la abstracción del contacto con las grandes cantidades de la comunicación y de la globalización, necesarias en la globalización, y la intensidad de una relación afectiva, cualitativa.
Es lo mismo que le ocurre al obrero que produce intelectualmente, por un lado está en una red que abstrae necesariamente a los que son los productos de su conocimiento pero, por otro, cualquier innovación no puede sino venir de su capacidad de introducir elementos nuevos en esta producción. A veces se dice: pero vosotros que hacéis este razonamiento que relación tenéis con el rechazo del trabajo, con la que es una vida feliz fuera del trabajo?
¡No existe una vida feliz fuera de la actividad! ¡Destruir el trabajo significa incentivar hasta el fondo nuestra capacidad de crear! Nosotros somos hombres y somos hombres que quieren ser libres, en la medida en que ponemos nuestra imaginación, nuestra libertad, nuestro sueño diréis, dentro de nuestra actividad. El ocio es una cosa sacrosanta pero el ocio mismo es una forma de actividad, hacer el amor es una cosa bellísima para quien lo hace.
Nosotros debemos ser capaces de decir estas cosas porque hay una continuidad entre el rechazo del trabajo y esta capacidad de transformar el trabajo en actividad creativa. Esta continuidad es una cosa esencial, “ontologica”, forma parte de nuestro ser viviente.
¿Qué es el “común”? El común es un esfuerzo enorme de construcción que la multitud hace de sí misma. Cuando nuestro noble antepasado Carlos Marx, el hebreo con barbas, hablaba de clase obrera, hablaba de la clase que tenía ante sí y no de las 100-150 mil personas que lo eran. En 1840 la clase obrera eran unas centenas de miles de personas ubicadas entre el norte de Inglaterra, el norte de Francia y alguna zona de Alsacia-Lorena.
Actualmente nosotros hablamos de multitud, es decir de construir –hacer multitud– es decir, unificar esta formidable fuerza creativa, esta formidable fuerza de trabajo que se incrementa enormemente en el saber, en el saber en cuanto invención; pero es en el saber como cooperación que es reapropiada la que era la capacidad capitalista de meternos en la fabrica, de ponernos un despertador al cuello y decir: “cuando suene tira de la palanca”.
Nosotros no tenemos necesidad ya de hacer esto, nuestra naturaleza humana ha cambiado; a través de las luchas contra el capital nosotros hemos cambiado nuestra naturaleza humana, hemos devenido hombres “liberis”, sabios, en definitiva, es la vieja definición de “homo sapiens”. Nos hemos puesto en pie.
El común es cualquier cosa que nosotros podamos construir porque las condiciones objetivas están dadas. Trasformarlas en condiciones subjetivas, revolucionarias, politico-revolucionarias, es el paso que hoy esta nueva fuerza mundial del trabajo material e inmaterial debe comenzar a poner en acto.
Evidentemente todo esto es un proceso en el cual estamos insertados y en el cual debemos buscar dar continuidad a las cosas. El otro día fui contestado por un grupo de anarquistas en Paris en torno al problema de lo que yo llamo el “salario garantizado”, que es la renta de ciudadanía.
Me dijeron: el salario garantizado o la renta de ciudadanía, es la ultima forma que vosotros reformistas italianos, operistas, inventáis para someter al proletariado al poder. Sin embargo, no estoy de acuerdo que luchar sobre cosas concretas y posibles, luchar por reformas, sea algo que trunque el movimiento, al contrario.
Personalmente nunca he creído, a la manera bernsteiniana o menchevique, como se decía cuando era joven, que la revolución pueda llevarse a cabo mediante reformas pero siempre he pensado que las reformas pueden construir tejidos revolucionarios, siempre he pensado que batirse sobre la ruptura de los criterios materiales sobre los que el capital construye su relación de poder es un elemento fundamental para construir saltos adelante, saltos de ruptura respecto al poder.
Nunca he pensado que la relación con las instituciones deba ser de por sí rechazada: siempre he pensado que se puede romper las pelotas al poder, y no simplemente a los sindicatos federales, es decir, se puede hacer mucho más de cuanto se puede hacer de otra manera. Creo que esto es de sentido común. En una situación, como la que se da, de total separación entre un capital que es guerra y un nuevo movimiento que está construyéndose, establecer los pasajes que sean los pasajes concretos sobre las reformas reales que determinen nuevas contradicciones más profundas me parece fundamental y sinceramente inevitable si se quiere organizar algo, si se quiere pasar a construir multitud, a hacer multitud, y esto significa que debemos ser capaces de interpretar nuestro movimiento -que no es el nuestro, mio, tuyo, suyo, etc… sino que es este gran movimiento que se da históricamente: movimiento de multitud como poder constituyente, es decir, como poder que no se limita y no se detiene jamás ante los que son los objetivos más o menos determinados, que logra situar y logra alcanzar pero que sistemáticamente los deja fuera.
La destrucción del poder, del comando capitalista, es antes que nada la afirmación de la duplicidad irresoluble que existe entre dominadores y dominados, entre capitalistas y trabajadores. Nosotros debemos reafirmar esto como proceso continuo, sistemáticamente dado y debemos ser capaces de establecer etapas intermedias una vez superadas sobre el terreno. Debo decir que el fin, definitivo, de las fijaciones que el socialismo tradicional, histórico, ortodoxo nos había hecho heredar nos permite avanzar sobre este terreno. En el fondo ha sido un gran placer ver caer el muro de Berlin, ha sido un placer ver acabar esta burocracia de mierda que reproducía el capitalismo, ese socialismo que guardaba en el armario el cadáver del capitalismo y que quería repetirlo.
¡Basta! No debemos ni siquiera pensarlo más: ¡se acabó!
Se acabó el tiempo de los grupúsculos dirigentes, estalinistas, etc…
Nos reapropiamos de una fuerza de trabajo inventiva y sobre su base debemos innovar nuevas formas de organización adecuadas a nuestra existencia.
Me dicen que hable de Europa… No cabe duda que el problema de Europa es un problema que se refiere a la Constitución, está claro. Hay compañeros que dicen que una parte es mejor que otra; está la parte sobre los derechos sociales y la convención de Niza que indudablemente abre grandes posibilidades y yo estoy de acuerdo con estos compañeros porque son verdad que cuando se analizan fríamente estas cosas pero si las analizamos un poco más en caliente son evidentemente diversas.
La constitución europea tal como la pretenden imponer es una constitución totalmente neoliberal, una constitución que prolonga la lógica de la guerra dentro de Europa, la lógica de esta desmesura capitalista en controlar movimientos que no puede ya medir, esta locura de dominio frente a sujetos que ya no pueden comprender. Es verdad que hoy no se consigue ya luchar sino sobre niveles que sean multinacionales.
¿Pensáis que sea posible reformar la constitución italiana de manera diversa a la que Berlusconi o Prodi pretenden? ¿Pensáis que sea posible barajar las cartas en este país de manera distinta a la que la triada sindical tenga en mente?
Por otra parte, sin embargo, se dice: pero si nosotros mezclamos las cartas, poniendo juntas las centrales sindicales italianas, las francesas, las alemanas, las holandesas, o si intentamos hacerlo con Chirac o con Schroeder… todo esto sería igualmente inútil, igualmente insignificante.
Pero el problema no es este. El problema es que esta estructura imperial en que nos encontramos es una estructura de tres niveles como ya se ha dicho y que hoy podemos confirmar ampliamente.
Es una estructura que tiene un nivel imperial, monárquico, que es el americano y que está señalado en New York como poder financiero, Washington como poder militar y Los Angeles como poder comunicativo, que son tres poderes mundiales unificados en una función central.
Tenemos después otro nivel que es el del gran capital multinacional que atraviesa los USA como atraviesa Europa, Japón, China, India etc.; evidentemente cualquier tipo de acción política puede ser llevada a cabo sólo a partir de situaciones determinadas. La pregunta que debemos hacernos, o el riesgo que debemos correr, es este: ¿existe hoy a nivel europeo una posibilidad de alianza, o mejor, de recomposición de movimientos de lucha, de determinaciones, de contradicciones, que nos permitan romper el bloque mundial mejor de lo que cualquier tipo de acción estatal-nacional pueda hacerlo?
Es una pregunta que dejo completamente abierta, aunque por lo que a mí respecta voy a dar una respuesta: la única posibilidad que tenemos hoy es jugárnosla a nivel europeo, que no es la aceptación de la constitución sino el intento sistemático de reproponer niveles de organización y de lucha a nivel europeo.
Actualmente, como veis, estoy bastante convencido, volviendo al pesimismo inicial, que después de las elecciones americanas la temática unilateralismo-multilateralismo acabará pronto.
El unilateralismo americano se combinara de manera muy libre con el multilateralismo europeo. La polémica sobre el unilateralismo y el multilateralismo no ha sido una polémica de América contra el mundo: ha sido una polémica de América contra Europa.
Contra una Europa que comenzaba a crear un euro que podía sustituir al dólar como moneda de referencia a nivel mundial, contra una Europa que conseguía alcanzar los criterios de crecimiento capitalista respecto al déficit espantoso de los USA, una Europa que lograba combinar, incluso mejor, los mecanismos de integración que los USA lo habían hecho en su historia secular de integración mundial de la fuerza de trabajo y de todo el resto.
Es un desafío que avanza con la propuesta de la ampliación de Europa a los países del Este, primer gran desafío. El segundo desafió, el de Turquía, el tercero no sé cual será.
De hecho todos estos desafíos se están revolviendo: los países del este comienzan a descubrir que Europa les conviene más, Turquía se está convirtiendo en un elemento fundamental, verdaderamente, de integración, al menos visto por Alemania, de integración verdadera de pueblos extraeuropeos.
Estamos frente a toda una serie de paradojas que sostienen una propuesta, digo una propuesta entre otras, no quiero insistir sobre esta porque sobre esta propuesta pueden insistir los compañeros que experimentan la realidad de los movimientos; una propuesta verdadera de construcción de un polo anticapitalista en Europa. No se trata de hablar del voto a favor o en contra de la constitución europea: la constitución europea la consideramos liquidada.
El problema es construir una fuerza territorialmente definida que se oponga al problema de la unificación global de la monarquía estadounidense y por tanto de una eventual convergencia del capitalismo europeo como fuerza mundial hacia los USA.
Este es el problema: ¿es posible abrir en Europa un proceso constituyente tal que pueda dar un espacio político a la lucha contra la mundialización? No lo sé, lo espero.
Pienso que el debate organizado hoy sea simplemente la introducción, una de las tantas introducciones que se dan en los debates del movimiento.
Gracias.
Tomado de:
http://www.globalproject.info/art-2631.html
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