sábado, 18 de junio de 2011

El obelisco (Hakim Bey)

1. Dans la merde

Ninguna sistemática ideación parece capaz de medir el universo – incluso un mapa 1:1 del mundo subjetivo probablemente pueda ser solo alcanzado en estados no-ideacionales. Nada puede ser descrito -“sin embargo, se mueve.” Algo entra en la cognición, y la consciencia intenta estructurarlo. Esta estructura es entonces recogida del lecho-de-piedra de la realidad, y aplicada como mapa mundi –primero como lenguaje, después como ideología inherente al lenguaje. Estos complejos lingüístico/ideológicos tienden a convertirse en ortodoxias. Por ejemplo, desde la ilustración se ha considerado indisputable que solo un modo de consciencia es totalmente real; Podemos llamarla la consciencia que “falsifica”- p.e., que verifica la ciencia como verdad. Antes de la ilustración otras ortodoxias dominaban y valoraban otras formas de consciencia o cognición. Podemos evocar estas tempranas ortodoxias bajo las rubricas de Dios y Naturaleza, y quizás se asocien con el Neolítico y el Paleolítico respectivamente. Aunque estas formas de ver el mundo tienen algunos partidarios, han sido arqueológicamente sumergidas, por decirlo de alguna manera, por la “Razón Universal”. La Ilustración coincide con el designado primer avance en la instrumentalidad científica y la “conquista de la Naturaleza”; Dios sobrevive a la masacre durante otro siglo pero finalmente (después de una escena de muerte en cama de longitud positivamente operística) sucumbe alrededor de 1899. La Naturaleza es silenciada; Dios está muerto. La ideología es racional y científica; las edades oscuras han acabado. Si podemos decir que el Siglo XVIII ha traído la derrota de la Naturaleza, y el siglo XIX la derrota de dios, entonces el siglo XX ha producido ciertamente la derrota de (y por) la ideología. El racionalismo ilustrado y su retoño/rival el Materialismo Dialéctico han expirado y se han ido al cielo dejándonos “dans la merde” (como el moribundo Gurdjieff dijo a sus discípulos), anclados en el lodazal de un mundo material reducido a la cruel abstracción del intercambio y dedicado únicamente a su auto-desenmascaramiento y desaparición.

El hecho es que cualquier mapa encajará en cualquier territorio… dada la suficiente violencia. Toda ideología es complicita a cualquier otra ideología –con el suficiente tiempo (y cuerda). Estos complejos no son nada excepto un estado no-real, propiedades a ser arrancadas de elementos importantes, vampirizados de la imaginería, apuntalados para mantener las marcas en línea, manipulados por el beneficio– pero no tomados en serio por adultos. Para el adulto de las especies no queda nada allí excepto la atomizada venta del intercambio, y la no-deseada consolación de la codicia y el poder.

2. Hermes Revivido

Pero parece existir otra consciencia, y quizás incluso tipos de cognición que permanecen desinvolucrados de la consciencia en cualquier forma ordinaria. Apartadas de todas las definiciones científicas o religiosas de estas otras formas, se empeñan en aparecer, y son por lo tanto potencialmente interesantes. Sin ideologizar estas formas, ¿podemos todavía decir alguna cosa útil sobre ellas? El lenguaje es considerado todavía tradicionalmente infectivo en esta tarea. Pero la teoría, en el sentido original de “visión” o perspicacia posee una súbita y fluyente naturaleza, al estilo de la poesía. En dichos términos, ¿podemos hablar de un tipo de criticismo hermético (al estilo del “criticismo paranoia” de Dalí) capaz de tratar con estas otras formas, pero sin embargo oblicuamente y glácilmente?

Es Hermes quien une el espacio entre la metalingüística y la sublingüística en la forma del mensaje, el lenguaje en si mismo, el medio*; el es el tramposo que dirige sin ponerse a la cabeza el tremendum que resuena a través de la palabra rota. Hermes es por lo tanto político, o mas bien el embajadorial—patrón de la inteligencia y la criptografía como también es una alquimia que busca únicamente la personificacionde lo real. Hermes está entre el texto y la imagen, señor de los jeroglíficos que son simultáneamente ambos—Hermes es su significancia, sus transvavilidad [transvability]. Como alguien que va “arriba y abajo” entre los espíritus y los humanos, Hermes Psicopompa es la consciencia chamánica, el medio* de experiencia directa, y la interface entre estas otras formas y lo político. “Hermético” puede también significar “no-visto”.

El tardío Ioan Couliano señaló que el Hermetismo del Renacimiento ofrecía, como una definición de magia, la influencia “a distancia” de los complejos texto/imagen en la cognición consciente e inconsciente del sujeto. En un sentido positivo estas técnicas fueron nombradas para la “divinización” del magus y de la creación material en si misma; por consiguiente la alquimia es vista como una liberación de la consciencia (también como un problema) de las mas pesadas y negativas formas y su realización como auto-iluminación. Pero como Blake—en si mismo un gran hermeticista—apuntó, todo tiene su “forma y espectro”, su apariencia negativa y positiva. Si miramos a la “forma” positiva del hermetismo lo vemos como liberación y por lo tanto como políticamente radical (como en Blake, por ejemplo); si nosotros atendemos a su “espectro”, vemos que de cualquier manera los magos renacentistas fueron los primeros espías modernos y los ancestros directos de todos los doctores-spin, hombres PR, anunciantes y lavadores de cerebro. El “criticismo hermético” como lo veo conllevaría un intento por “desligar” varios aspectos formales y espectrales de la teoría de la comunicación y sus aplicaciones modernas; pero este reino se choca con la maleza y limpiar las separaciones puede ser raramente defendido. Digamos que solamente estamos buscando parches de luz solar.

3. Crítica de la imagen

La critica de la imagen es al mismo tiempo una defensa de la Imaginación.Si el hermeticismo espectral de la totalidad consiste en la totalidad de su imaginería, entonces se puede claramente decir algo en defensa del iconoclasismo, y también por la resistencia a la pantalla (la interface del media). La perfección del intercambio es presentada como un imaginaire universal, como un complejo de imágenes (y complejos de texto/imagen) organizado a través de la reproducción, educación, trabajo, ocio, publicidad, noticias, medicina, muerte, etc., hacia un aparente consenso o “totalidad”. Lo inmediado es lo inimaginado–incluso aunque es la vida en si misma lo que discutimos, hemos fallado en imaginarla, o evaluarla. Lo que esta presente pero permanece irrepresentado también permanece virtualmente irreal para nosotros, en la medida en que hemos capitulado al menos la mayoría del tiempo, ya sea porque no podemos soportar demasiada realidad, o ya sea porque hemos decidido pensar sobre ello después, o porque estamos asustados por estar locos, y así en adelante.

El Iconoclasismo Bizantino y el (posterior) Islam intentaron atajar el dilema hermético “prohibiendo” la imagen. En cierto contexto el ultimo lo consiguió, por lo que incluso su arte representacional deliberadamente rechazó la ilusión dimensional y de la perspectiva; es más, en un sentido que Benjamin pudiera haber recogido, la pintura nunca permanece sola sino que es “alienada” por texto que se introduce y la aplana aún más. Las más “altas” artes son arquitectura como el arreglo del espacio orgánico y caligrafía como el arreglo del tiempo orgánico; es más, la palabra es ideológica para el Islam—no solo representa logos sino lo presenta como linearilidad, como una serie de momentos de significado entrecruzados. El Islam esta “basado en texto” pero rechaza la imagen no simplemente para exaltar el texto. Hay dos “Corans” en el Islam, y el otro es generalmente interpretado como integral con la misma Naturaleza, como un tipo de semióticas no-verbales, “marcas de camino en el horizonte”. Por consiguiente el geomorfismo de la arquitectura, y su interacción con el agua, la verdez, el paisaje y el horizonte—y también su interpretación ideal por el texto caligráfico.
Una vez admitido este complejo ideacional o religioso puede asumir su propia rigidez intensa y pesada. Su organicidad verdaderamente luminosa puede quizás ser mejor apreciada en las viejas formas anónimas como las caravanas de Asia central o las moscas mezquitas de barro Africanas mas que en las grandes piezas maestras imperiales– o las ciudades capital catastróficamente modernas del Islamdom. Pero dondequiera que la imagen ha sido perdida y olvidada (o al menos suplantada de alguna forma por otra posibilidad) es posible sentir cierta luminosidad o alivio de la carga de la imagen, y cierta iluminación en el sentido de luminiscencia también. Incluso en la moderna Libia, la cual ha expulsado cualquier publicidad comercial (y solo permite signos en Árabe), uno puede experimentar al menos un momento de la utopía de la ausencia de la imagen, la imagen publica, los jeroglíficos del intercambio, la iconatría de la representación. Uno puede rechazar el autoritarismo de la prohibición de la imagineria sin necesariamente rechazar su intencionalidad. Podemos interpretarlo de una manera sufí—que una imaginería y representación auto-limitante voluntaria vis-a-vis (una sublimación de la imagen) puede resultar en un flujo de poder hacía la imaginación autónoma (“divinizada”). Esto también puede ser visto como una supresión-y-realización en el sentido dialéctico. El propósito de dicho ejercicio, desde una perspectiva sufí, sería canalizar la “imaginación creativa” a través de la realización espiritual–por ejemplo, los textos revelados o inspirados no son simplemente leídos sino re-creados dentro de la consciencia imaginaria. Claramente este aspecto de experiencia directa del trabajo imaginario puede hacer surgir la cuestión de la relación de uno con la ortodoxia y la autoridad espiritual mediada. En algunos casos los valores no son simplemente re-creados, sino creados. Los valores son imaginados. La posibilidad parece apuntar que la ortodoxia puede deconstruirse a si misma, que la ideología puede superarse desde dentro. Por consiguiente ocurre lo mismo entre la relación ambigua entre las autoridades Islámicas y los místicos Islámicos.

La critica sufí de la imagen puede ser ciertamente “secularizada” al punto de añadirse a nuestro propio concepto de criticismo hermético. (Algunos sufis fueron ellos mismos hermetistas e incluso aceptaron la existencia de Hermes Trimegisto como un “profeta”). En otras palabras, no nos oponemos a la imagen como iconoclastas teológicos sino porque requerimos la liberación de la imaginación en si misma—nuestra imaginación, no el imaginario del mercado.

Por supuesto esta crítica de la imagen puede ser también aplicada a la palabra—al libro—al lenguaje mismo. Y por supuesto debe ser aplicada. Cuestionar un medio* no es necesariamente destruirlo, en el nombre de ya sea la ortodoxia o la herejía. La magia del Renacimiento no estaba interesada en simplemente leer los jeroglíficos sino en escribirlos. Los jeroglíficos eran vistos como un tipo de semióticas proyectivas o una perfomance textual imaginaria producida para efectuar cambios en el mundo. El hecho es que nos imaginamos a nosotros mismos mas que nos permitimos ser nosotros mismos imaginados; debemos escribirnos a nosotros mismos—o también ser escritos.

4. El Obelisco Oculto

Si la opresión emana desde el poder de lo que es visto, entonces la lógica debe incitarnos a investigar la posibilidad de que la misma resistencia puede aliarse con el poder de lo que esta oculto . Lo oculto no es necesariamente lo invisible o lo desaparecido. Puede ser visto y debe ser visto. No ha sido visto todavía—o esta deliberadamente escondido. Se reserva el derecho a re-aparecer, o el de escapar de la representación. Esta ambigüedad hermética conforma su movimiento táctico; por usar una metáfora militar, practica técnicas de guerrilla de “guerra primitiva” contra aquellos de “guerra clásica”, rechazando la confrontación en términos desiguales, confluyendo en la resistencia generalizada de lo excluido, ocupando grietas en el monolito estratégico del control, rechazando el monopolio de la violencia del poder, etc. (“Violencia” también significa aquí violencia imaginística o conceptual) De hecho se opone a la estrategia (ideología) con tácticas que no pueden ser estratégicamente rodeadas o ideológicamente arregladas. Debería decirse que la consciencia “a solas” no juega un rol vital en esto como ciertos otros factores (“La libertad es una habilidad psicho-kinetica”).
Por ejemplo, hay un aspecto de lo oculto que no involucra esfuerzo, sino que consiste simplemente en la experiencia de lugares que permanecen desconocidos, épocas que no son marcadas. El termino estético japones wabi se refiere al poder de dichos lugares o objetos—significa “pobre”. Se usa para referirse, por ejemplo, a algunas teteras que parecen malamente-hechas (irregulares, sin finalizar, quemadas, etc.), pero que tras un acercamiento mas sensitivo parecen poseer una profunda expresión de “semejanza”–una elegancia que se aproxima al silencio conceptual—algo de la melancolía de la transitoriedad, el anonimato, un punto en el cual la pobreza no puede ser distinguida de la estética más refinada, una quintaesencia del yin Taoísta, el “poder misterioso” del fluir del agua o el espacio vacío. Algunas de estas teteras se venden por millones. La mayoría de ellas son hechas por artesanos Zen que han alcanzado el estado de wabi, pero se debería decirse que las más preciadas de todas estarían hechas involuntariamente (o incluso “inconscientemente”) por artesanos genuinamente pobres. Esta manía por lo natural y espontáneo también encuentra su expresión en el afecto Taoísta por rocas bizarras que estimulan la imaginación con convoluciones y extrusiones y extraños desequilibrios. Los jardineros Zen prefieren rocas que sugieran montañas lejanas o islas, borrando cualquier otra imagen, o mejor incluso rocas sugiriendo nada en absoluto—forma no-ideacional—pobreza perfecta.

Tan pronto como algo es representado se convierte en una imagen de si mismo, mas rico semióticamente pero existencialmente empobrecido, alienado, desdibujado de si mismo y extenuado—una potencial comodidad. El wabi de las teteras está seriamente comprometido por los altos precios que conlleva. Para ser efectivo (para producir “satori”) el objeto debe ser experimentado directamente y no mediado en el intercambio. Quizás las tazas realmente valiosas no han sido vistas todavía porque son pasadas por alto. Nadie puede incluso percibirlas, mucho menos su valor. La sola y espontánea excepción a esta desatención general es… ¡nosotros!–hemos imaginado el valor de wabi para estos objetos, épocas o lugares—para nosotros. Estos están quizás entre los “pequeños placeres” que Nietszche dice son mas importantes que los grandes. En algunos casos el aspecto melancólico de estas cosas es exacerbado por la realización de que el tiempo en si mismo ha superado la fealdad y la ha vuelto una belleza inadvertida. Ciertas calles en Dublín Norte capturan esta cualidad perfectamente, como hacen algunos lugares industriales abandonados en New Jersey donde lo orgánico (oxido, agua, hierbajos) ha esculpido la vieja maquinaria en una forma pura espontánea y paisajística. Esta melancolía (que fue mantenida para ser un rasgo o signo de creatividad por los viejos hermetistas) se aproxima a un termino estético, la palabra Persa dard—la cual literalmente significa “dolor”, pero es aplicada en términos mas sutil al arte de la expresión directa de ciertos músicos (especialmente cantantes) en el sentido de un melancólico anhelo transparente y desafectado por un ausente trascendente o querido. La fabula Persa enseña que el dolor del amor rechazado convierte un gorrión ordinario en un ruiseñor. El amante es pobre como el dervish es pobre, porque el deseo es lo que no es completado—pero de esta pobreza emerge una estética de la abundancia, un sobreflujo, generosidad o incluso doloroso exceso de significado—bajo la guía de la melancolía y el desacuerdo.

Junto a la inadvertencia de lo oculto, también existe una forma mas activa, por decirlo de alguna manera–la forma de lo deliberadamente oculto. Esta es parte de la esfera dentro de la cual aparece la consciencia de vida diaria de si mismo y su intención táctica para mejorar sus propios placeres inmediados y la autonomía de su libertad respecto a la representación. Por consiguiente las condiciones son maximizadas para la emergencia potencial de “lo maravilloso” dentro de la esfera de la experiencia vivida. Esta situación se parece a la del artista—pero “el arte” entra en este espacio solo bajo la condición de rechazar la experiencia mediada para nosotros y al contrario “la facilita”. Un ejemplo seria un encuentro amoroso basado en un eroticismo que no aparece en la mediación, para el cual no hay “roles” construidos, ninguna comodidad producida. Otro ejemplo puede ser un festival espontáneo, o una zona autónoma temporal, o una sociedad secreta; aquí “el arte” mantendrá su utilidad.

La magia del Renacimiento entendió que el antiguo obelisco Egipcio era una forma hermética perfecta para la diseminación de sus jeroglíficos semióticos proyectivos. Desde arriba a abajo representa (matemáticamente) un rayo de sol; desde abajo a arriba, un ligamen. Emite o irradia sus complejos texto/imagen, por lo tanto, ambos a la luz sobre la consciencia misma, y al inconsciente representado por la sexualidad. De los libros-emblema como el gran Hypnerotomachia de 1499 aprendemos que el propósito hermético de dichos monumentos seria traer a la existencia la utopía del deseo y dicha alquímica. Pero la Magia nunca perfeccionaron su decodificación de los jeroglíficos y su utopía permaneció encerrada dentro de los paisajes herméticos de los emblemas. La noción del poder de los obeliscos, sin embargo, se inicia en la consciencia e inconsciencia europea, desde las apropiaciones Napoleónicas y Británicas en Egipto a la involucración Masónica en el Monumento a Washington.

En contraste con el obelisco del Estado, uno puede imaginar un obelisco genuinamente hermético recorrido por escritos mágicos sobre la experiencia directa de la consciencia no-ordinaria; su efectividad consistiría en su casi imposibilidad de ser visto; puede, por ejemplo, situarse en la más remota naturaleza—o en medio de un complejo industrial abandonado. Incluso puede ser enterrado. Seria un obelisco “pobre”. Rumores circularían sobre el. Aquellos que lo encontraran serían quizás profundamente sacudidos por su halo misterioso y remoto. El obelisco en si mismo puede incluso haber desaparecido, y haber sido remplazado de nuevo con una rayo de polvorienta luz solar. Pero su historia mantendría algo de poder.

5. La maquina Orgánica

¿Pero para que es la revuelta? ¿Simplemente para asegurar aliviar el resentimiento terminal de lo eternamente en desacuerdo y pospuesto? ¿No podríamos simplemente cesar nuestra agitación y seguir esa tetera o ese rayo de luz solar, si no podemos satisfacernos con el éxtasis de la totalidad? ¿Porque deberían nuestras críticas herméticas dirigirnos a la afirmación de una dialéctica de la presencia sobre el intercambio, sobre la alienación, sobre la separación? Si pretendemos “crear valores” entonces deberíamos estar preparados para articularlos, sin embargo podemos rechazar la ”ideología”. Después de todo, el Pancapitalismo también rechaza la ideología e incluso ha proclamado el fin de la dialéctica–¿Están nuestros valores destinados a ser subsumidos en el capital? Si ocurre, entonces–¿Porque luchar?

Una posible respuesta a esta pregunta puede ser hecha sobre las bases de una existencialista inclinación hacia la revuelta por la revuelta, en la tradición de Camus o los anarquistas Stirnerianos Italianos. Estaríamos mal aconsejados a despreciar esta respuesta—pero puede quizás ser posible sumarse a ella en términos más positivos (en términos de “forma”, no de “espectro”).

Por ejemplo, podríamos decir que la economía paleolítica del regalo todavía persiste, junto a la espiritualidad de la “experiencia directa” del chamanismo, y la no-separación de la “Sociedad contra el Estado” (Pierre Clastres), en la forma de esos derechos y costumbres discutidos por E. P. Thompson, reflejados en mito y folclore, y expresados en los festivales populares y las formas hereticamente resistentes a lo largo de la historia. Referirse al Rabelais de Bakhtin , al Word Turn’d Upside Down de Crisiopher Hill, o al Free Spirit de Vaneigem.En otras palabra: una tradición de resistencia ha persistido desde el Neolítico, no-rota por la aparición de los primeros Estados, e incluso hasta ahora. Por consiguiente: resistimos y nos rebelamos porque es nuestra gloriosa herencia hacerlo—es nuestro “conservatismo”. Este movimiento de resistencia ha llegado a ser increíblemente abandonado y arrinconado desde su primera aparición hace unos 12.000 años en respuesta a las “primeras ideologías” (agricultura, el calendario, la apropiación de la labor)–pero todavía persiste porque todavía define muchas de las “libertades empíricas” que a la mayoría de la gente le gustaría disfrutar: ausencia de opresión, paz, plenitud, autonomía, convivialidad o comunidad, no ricos o pobres, expresión espiritual y el placer del cuerpo, y etc. Puede ser imposible construir un sistema o ideología o estrategia sobre dichos deseos incategorizables—pero es igualmente imposible rechazarlos con ideología, precisamente por su naturaleza empírica y “táctica”. Sin problemas, persisten—incluso si permanecen para todo propósito oculto, todavía rechazan irse. Cuando todas las ideas nos han traicionado, esta “maquina orgánica” (Sociedad vs. Estado) se rehúsa incluso a definirse como una idea. Permanece leal a nuestra inarticulación inmemorial, nuestro silencio, nuestra pobreza.
El Capital busca su telos más allá de lo humano. La ciencia ya nos ha traicionado–quizás la siguiente (o ultima) traición provendrá del mismo humano, y del mundo material entero. Solo dos ejemplos necesitan ser dados para iluminar (mas que “probar”) esta contención. La primera concierne al dinero, el cual en los últimos cinco o seis años ha transcendido sus conexiones con la producción al alarmante grado de que cerca del 94,2% del “deposito de dinero” global consiste ahora en capital financiero puro. He llamado a esto La ascensión [uploading] gnóstica del cuerpo económico, en honor de esos viejos Dualistas Gnósticos y su odio a todo lo material. El resultado practico de esta situación es asombro por cualquier consideración de la justicia económica como preocupación “empírica”, desde que la naturaleza migratoria o nomádica del pancapitalismo permite “descorporizar el Capital” para separar la economía productiva de sus cualidades a favor de los beneficios que solo pueden ser medidos por significados “puramente” espirituales. Es más, este Capital se ha convertido en su propio medio*, y ahora intenta definir un discurso universal en el cual las alternativas al intercambio simplemente desaparecen como si no hubieran existido nunca y nunca pudieran existir. Por consiguiente todas las relaciones humanas van a ser medidas en dinero.

Para ilustrar al Capital como su propio medio*, y como nuestro segundo ejemplo, podemos echar un vistazo a la bioingeniería. No hay fuerza que pueda prevenir al pancapitalismo de adquirir patentes para cualquier gen identificable. Esto significa que los granjeros están siendo ahora requeridos a pagar “rentas” cobre ciertas cadenas genéticas que ellos mismos desarrollan, porque los “derechos” a estas cadenas fueron adquiridas por los zaibatsus. El dudoso triunfo de la clonación se supone que es compensar por la rapiña dirigida por los beneficios de los últimos remanentes de Naturaleza. Es más, el proyecto del genoma humano, que ha “solucionado” la producción de vida como maquina biomecánica, permite a la misma “evolución” ser cooptada y absorbida hacia dentro del Capital. Conforme el mercado ve el futuro, el mismo humano llegará a ser la comodidad final de la humanidad—y en este “valor” los humanos desaparecerán. El propio desenmascaramiento del Capital implica el propio enmascaramiento de la humanidad. Actuando como una sustancia puramente espiritual—dinero—el Capital posee la propiedad del futuro sobre la vida, y por consiguiente el poder de dar forma al profundo protoplama del mundo material como puro intercambio.

Nuestra cuestión esencial concierne pues la posibilidad de la re-aparición de lo oculto como oposición. Finalmente parecería que el rechazo táctico a toda sistematización estratégica pueda ser inadecuado de traer esta re-aparición del deseo. Una propuesta positiva es requerida para balancear los gestos de rechazo. Debemos creer que una estrategia orgánica de victoria emergerá como “ordenación espontánea” desde la tendencia de las tácticas. Cualquier intento para imponer esta unidad estratégica desde “arriba” debe ser renunciado como (en el mejor de los casos) nostalgia por la utopía perdida de la ideología—o como “mala religión” de algún tipo.
Pero puesto que la Imagen tiene su espectro y su forma, nosotros podríamos jugar con la noción de que la Idea también, tiene una manifestación espectral y una formal. Como un “brote [spook] en la cabeza” la idea se mantiene no como una trampa semántica–[disfrazado por ejemplo como un imperativo moral. Pero como “forma” en el sentido Blakeanio la misma idea puede tomar forma de organicidad como una producción del cuerpo y el “intelecto creativo”, justamente al igual que la imagen puede girarse hacia la realización por el cuerpo y la “imaginación creativa”. Quizás en algún sentido es la idea que ha permanecido oculta en su manifestación—esta idea puede “dar significado a la revuelta”. Y puede ser escrita ambiguamente en jeroglíficos cuyo significado es incierto, pero cuyo efecto “mágico” es sin duda potente—puede ser escrito incluso en un obelisco oculto. Pero habrá sido escrito por nosotros.

6. Redes Platónicas

Parece como si existieran dos posibles tipos de red (o incluso de comunicación tecnológica)–una aristotélica, basada en texto, linear—la otra platónica, basada en imagen, no-linear. El lenguaje, por ejemplo, visto desde esta perspectiva puede parecer más platónico, ya que las palabras están basadas en “dibujos interiores” y por consiguiente no pueden ser limitadas por puro léxico o traducción una-por-una; mientras por contraste una red de computadores, usando programación digital basada en texto, podría parecer como un perfecto sistema aristotélico.

Pero este dualismo pulcro se disuelve en la paradoja y el enigma. El mismo texto esta basado en dibujos (por consiguiente es “no-linear”) en Sumeria, Egipto, China. Incluso nuestro alfabeto esta basado en imágenes; la letra “p”, por ejemplo, es simplemente un pie de arriba a abajo, ya que las palabras Indo-Europeas para “pie” casi siempre empiezan con “p” (o “f”). El texto, que se supone es lineal, esta “basado en el lenguaje y bebe de la inlinearidad del lenguaje. Cuando los “géneros de discurso” son textualizados se convierten en algún sentido en más linear (porque es apartado formalmente de la profundidad contextual provista por las dimensiones extra del discurso como tono, gesto, perfomance, etc).–pero de otras forma esta separación del lenguaje para producir texto resulta en nuevas ambigüedades, ya que el contexto del texto consiste ahora largamente en el lector y el mundo interior del lector.

Por consiguiente el hecho de que las computadoras sean digitales (simplemente on/off en un vector [array] masivo) y basadas en texto no las hace máquinas genuinamente aristotélicas, ya que la imagen esta ya embebida de lenguaje, e incluso, es más, ya que la misma pantalla es también una imagen, ya sea mostrando imágenes, texto, o ambos a la vez. Si la programación pudiera estar basada directamente en imágenes mas que en textos—como algunos profetas [savants] creen posible—La computadora puede ser fácilmente vista como una maquina platónica. El platonizante efecto de la computadora es ya presente no solo en su monitorización de imágenes sino también en la realidad psicológica de la pantalla como imagen. En efecto, la computadora es una máquina jeroglífica, un modo interface de texto e imagen; por consiguiente su magia se le aparece al inconsciente.

Los magos del Renacimiento (especialmente Athanasius Kircher) creyeron que los jeroglíficos Egipcios eran puramente platónicos (–en esto, siguieron a Plotino y Lamblico)– Esto es, que cada imagen era una forma ideal, y su desarrollo no podría solo indicar significado sino también crearlo y proyectarlo. Por consiguiente los jeroglíficos eran vistos como una amalgama ideal de texto e imagen—una forma emblemática de escritura. Ahora cuando Champollion descifró la Piedra Rosetta, se descubrió que los jeroglíficos ya fueron usados cuasi-alfabéticamente (respecto al modelo de “[dibujo] pie = [fonema] p”), aunque había también casos donde imágenes solas o clusters de imágenes representaban los objetos provistos como palabras. Este descubrimiento relegó los desafortunados intentos de translación de los viejos magos para completar el oblivión. Sus teorías son ahora solo mencionadas de paso como ejemplos de “falsa” ciencia hermética y mala Egiptología. Pero como Couliano anotó, estas teorías descartadas tienen gran poder secreto heurístico, porque describen empíricamente algunas de las formas en las que el texto, imagen, y mente interaccionan. Una vez que las metafísicas platónicas y las fantasías mágicas crudas han sido descartadas, la teoría del jeroglífico puede ser usada para entender el modo de operación de complejos texto/imagen—esto es, emblemas.

Los libros emblema fueron experimentos renacentistas en las “semióticas proyectivas” de la teoría del jeroglífico. Alegóricamente dibujos acompañados por textos (con frecuencia un texto en prosa y uno en poesía)–y en unos pocos casos incluso de música (la gran Atalanta Fugiens de Michael Maier, por ejemplo)–fueron coleccionados en secuencias, publicados en libros, y preparadas para la edificación mágica de lectores. Las “morales” de los emblemas fueron por consiguiente transmitidas en más de un nivel a la vez. Cada emblema era simultáneamente.

a) Un dibujo acompañado de palabras;

b) Un dibujo “trasladado” desde palabras. Es decir, los valores reales de los dibujos no son puramente formales si no también alegóricos, por lo que si Hércules representa la “fuerza”, Cupido el “deseo”, el mismo emblema puede ser leído como una “sentencia” compuesta de estas “palabras”.

c) Una “codificación” jeroglífica en la cual ciertas imágenes no solo representan palabras sino también “expresan la esencia” de esas palabras, las proyectan de una manera “mágica”, este o no el lector conscientemente alertado de este proceso.

Nuestra hipótesis de trabajo es que la imagen misma del mundo no solo define sus posibilidades sino también sus límites. La representación misma del mundo de si misma (su imagen “macrocósmica”) no es mas ni menos que su misma imagen “microcósmica” del ser “gran mandato [writ large]” hablando de otra manera, en el nivel o mentalité y el imaginaire. Esta es parte de nuestra teoría hermética “secularizada”; explica, por ejemplo, porque los emblemas tienen influencia en múltiples niveles de cognición.

El mago radical encontró un mundo donde la imagen de un mundo único estaba encerrada—No solo el cosmos geocéntrico sino el completo sistema de valores ortodoxo Cristiano que iba con el. Su propósito subversivo se arremolinó alrededor del proyecto de una libre circulación de la imaginería, una ruptura del éxtasis y la creación de un modelo más sensible. La visión única del mundo de la ortodoxia fue vista como sofocante, tiránica, opresiva. A medida en que el ser interiorizaba esta visión reproducía la opresión en el nivel de lo subjetivo. Los hermetistas opusieron a la más profunda individualidad de esta visión del mundo una contradictoria multiplicidad, una forma critica de “paganismo” basado en la diferencia.

Análogamente, desde 1989-91 hemos entrado en una nueva “edad oscura” en la cual una visión única del mundo (y su imaginaire) clama hegemonía sobre toda diferencia. No es solamente el “pancapitalismo” un sistema global, también se ha convertido en su propio medio*, por decirlo de otra manera, en ello propone un éxtasis universal de la imaginería. La libre circulación de la imagen se bloquea cuando una imagen del mundo estructura la propia imagen del mundo. La verdadera diferencia es sustraída hacia la desaparición y remplazada por un reciclado obsesivo y un filtro de imaginería “permitida” dentro del sistema único de discurso (como los teólogos medievales los cuales supuestamente discutían sobre el género de los ángeles mientras los Turcos asediaban Bizancio). El Pancapitalismo “permite” cualquier imaginería que potencia el beneficio—por consiguiente en teoría podría permitir cualquier imagineria—pero en la practica, no puede. Esta es la crisis del “postmodernismo”–crisis como una forma de extasis, de infinita re-circulación de lo mismo—la imposibilidad de la diferencia.

Dentro de la crisis del éxtasis toda forma de imaginería puede ser autorizada o incluso animada cuando tiende hacia representar de relación como intercambio—incluso la imaginería del terror, asesinato, crimen—incluso la extinción de la Naturaleza y el Humano—todo esto puede ser convertido (¡como imaginería al fin!) en beneficio. Pero lo que no puede ser permitido (excepto quizás por nostalgia) es la imaginería de otra relaciones que no sean el intercambio. La nostalgia puede ser contenida y marcada—pero dicha diferencia amenazaría la hegemonía de la visión única del mundo. La “Economía del Regalo” de algunas “tribus-primitivas” cercanas a la extinción hace una televisión excelente; nuestro luto por su desaparición puede únicamente potenciar las ventas de cualquier comodidad que pudiera aliviar nuestro sentido de perdida. El mismo luto puede ser fetichizado, como en la era victoriana de onyx y lujo y caballos de cementerio con plumas negras. La muerte es buena para el capital, porque el dinero es la sexualidad de la muerte. Los cuerpos ya han aparecido en anuncios—cuerpos “reales”.
Asumiendo que nuestra hipótesis va mas allá, bien podríamos preguntar desde “donde” podría aparecer allí cualquier imagen de diferencia verdadera en dicha situación. La respuesta obvia es que tendría que venir de “fuera” del éxtasis.

Esto significa guerra, obviamente. Finalmente, significa “Guerra de la Imagen”.
¿Pero como podemos incluso empezar a definir lo que esta “fuera” del éxtasis? ¿No estamos precisamente en una situación donde todas las imágenes circulantes llegan a formar parte de la crisis de la circulación? Este es el “maligno hermeticismo” de la totalidad de la mediación—su metástasis espectral, por decirlo de otra forma—ontología como oncología. Todo lo que entra al discurso, todo lo que es “visto”, es subvertido por el mero hecho que solo hay un discurso, un intercambio. La “Guerra de la Imagen” debería ser justamente igual de productiva para el intercambio como otras formas de “guerra pura”, ya que ofrecería al menos una “ilusión de elección”. Esto, pues, es la crisis hermética del media táctico.

7. Media Táctico

Lo oculto permanece al menos potencialmente fuera del espacio de la totalidad representada. Por consiguiente llega a ser para el media táctico el sujeto de un gran interés teórico. Pero como media el media táctico debe todavía mediar, y por lo tanto lo oculto permanece “misterioso” en el preciso sentido del termino. Ya que solo lo visto puede ser descrito, lo puramente oculto no puede ser escrito o representado–Aunque puede ser comunicado, al menos en términos “Zen”.

Sin embargo lo oculto no es necesariamente puro. Si fuera puro, nos interesaría mucho menos que lo hace, ya que compartiría de ese modo una característica que asociamos con ideología y éxtasis. De hecho lo oculto nos atrae por su impureza.

En efecto parece existir diferentes grados en lo oculto. Lo oculto puede paradójicamente aparecer incluso dentro de la circularidad cerrada de la totalidad mediada, ya sea inadvertidamente o también por subversión. Por ejemplo el show de TV sobre la tribu primitiva, y la melancolía de la desaparición del regalo, no puede tocar la oculta actualidad del regalo y su significado para la gente que lo conoce. Pero algunas veces el texto hablado o la edición de una película creará potentes disonancias cognitivas con ciertas imágenes que sugieren la presencia de lo oculto, al menos para unos pocos videntes que están preparados para dichas irrupciones de lo misterioso, su “guerrilla” asalta la consciencia consensuada.

Es más, el “media íntimo” permanece relativamente invisible a la totalidad porque es demasiado “pobre”. el pequeño contexto en el cual dicho media participa en la economía de mercado, mucho menos de la estética consensuada, la hace tan insignificante como para “renderizarla” sin sentido para todos los propósitos prácticos. Por supuesto tan pronto como cualquier energía y originalidad es vista emanar desde dicho media es de una vez absorbida dentro del Capital—y lo oculto debe retirarse, escabullirse, evadir cualquier definición, moverse a cualquier sitio. Pero este proceso toma tiempo, y el tiempo hace las oportunidades.
Por consiguiente el media táctico podría hacer uso de operaciones de “guerrilla” ya sea dentro de la totalidad del media, o ya sea en el medio intimo que permanece (de alguna manera impura) fuera de la totalidad. Pero en ambos casos la integridad táctica demandaría que dichas “apariciones” tomen lugar solo donde pueden ser efectivas—en términos militares: donde pueden dañar la totalidad sin ser absorbidos dentro de su “espectáculo de la disidencia” y rebeldía permitida. El media táctico se retira de cualquier englobamiento de este tipo, y en dichos momentos de empate táctico el media táctico puede tener que involucrarse en la violencia y el sacrificio (al menos en un nivel conceptual). El media táctico se equivocará—Sobre todo por su naturaleza improvisatoria, la ausencia de cualquier estrategia global. Porque el media táctico rechaza la pureza, la atraerá—y será derrotado muy a menudo por su propio “éxito”.

El propósito e intención del media táctico es precisamente no rejuvenecer el consenso dejándose vampirizar sus energías creativas por la imaginería de lo No-muerto y sus “leyes naturales” de intercambio. Pero no podemos decir por lo tanto que el propósito del media táctico “es” la destrucción de la totalidad. Esta afirmación de identidad definiría una ideología o fuente de autoridad para el media táctico, y lo limita al rol de oposición—en efecto, a su apariencia “espectral”. Nosotros ciertamente no deseamos larga vida y éxito a la totalidad, pero definiéndonos a nosotros mismos (o a nuestras técnicas) solamente como “destructivas” estamos simplemente invitando a nuestra propia recuperación dentro del patrón de la opresión. El media táctico, sugiero, debería ser sobre algo y para algo—Esto constituiría su apariencia “formal”. Sería para lo oculto—incluso para una seducción dentro de lo oculto.
¿Significa esto que las tácticas del media táctico pueden ser solamente definidas “situacionalmente”? ¿Incluso si rechazamos toda ideologización o intencionalidad podemos todavía decir algo descriptivo sobre metas especificas? ¿Si rechazamos la estrategia, podemos sin embargo articular algo sobre una tendencia o movimiento o imaginario unificador de presencia (o “mito” quizás) que pudiera subrayar y formar nuestras mediaciones tácticas?
Esto debe de hecho ser posible, aunque sea solo porque los valores imaginarios en el proceso de emergencia en el media táctico parecen concernir a aquellas libertades empíricas expresadas no solo en inmemoriales “derechos y costumbres” sino también en las mas radicales políticas del deseo. En otras palabras, un substituto “orgánico” para la estrategia/ideología surge desde el imaginaire compartido basado en dichas traiciones y perspectivas radicales. Es de esta forma en que el media táctico puede ser visto como un aspecto de una posible oposición efectiva al intercambio mismo, a la post-ideológica ideología del Capital—una oposición que no puede ser englobada, y por lo tanto puede completar la posibilidad de victoria.

Todo esto es pura hipótesis, porque sería sin valor y quizás incluso contra-productivo entablarse en cualquier intento de prescribir o predecir o incluso influenciar el media táctico. El movimiento histórico visto aquí (el cual incluso encara el reto del profundo “Fin de la Historia”) no puede hacer nada a partir cualquier pasado vanguardismo o “irreconocible legislador”-ismo de una desacreditada inteligentsia, artistas, etc., etc. Lo hace, sin embargo, pareciendo posible adoptar cierto acercamiento “experimental”. ¿Quien puede predecir el éxito o fracaso? Una debilidad inherente por la narración, y un deseo por trabajar en algún tipo de estructura “emblemática” me dirige a un “nomadeo sin objetivo claro” o teorización taoísta acerca de ciertos temas considerados aquí. Por ejemplo: ya que el dinero es “imaginario” es susceptible a manipulación hermética—incluso a la “intuición” discutida por billonarios tan extraños como George Soros. Parece teóricamente posible “hackear” el dinero al nivel de representatividad—sobre todo ahora que la mayoría es pura representación. El dinero puede ser manipulado imaginativamente porque el dinero en si mismo es imagen, sin embargo, puede ser también “bajado [downloaded]” desde su numisfera CyberGnostica y manifestado en el plano terrenal como efectivo, bienes o producción. Por consiguiente parecería factible redireccionar el capital como abundancia, lejos de las áreas donde el pancapitalismo ha “decretado” su presencia (simbólica), hacia áreas donde ha “prohibido” su presencia (real).

“Decretar” y “prohibir” están entrecomillados porque en verdad la situación es demasiado compleja que la “legalidad” ha llegado a ser una categoría extremadamente ambigua. El dinero como medio* esta sumido en la misma crisis de definición que cualquier otro media. Dentro de este espacio de incertidumbre, las operaciones herméticas podrían ser dirigidas (de manera perfectamente legal) para interferir en la circulación del Capital. El espacio de lo incierto–la grieta en el monolito de la representación—tiene su profundo origen en la intensa ansiedad de la crisis del éxtasis. La imagen de la imagineria como un laberinto sin salida induce a un tipo de claustrofobia del estilo de la experimentada por los ocultistas del Renacimiento en relación al éxtasis cósmico de la doctrina: pánico de escape. Estamos todavía después de todo “en transición” hacia un mercado global perfecto—el cosmos de la economía no está todavía lleno e impecablemente cerrado.

Por consiguiente por ejemplo está la repentina obsesión con el “contenido”. ¿Que vamos a hacer con todos los datos—que uso es ese?¿Y quien creará para que otros “todos los otros” puedan consumir? un puzzle real.

Ciertos elementos dentro de las estructuras políticas todavía mantiene una sentimentalidad a corazón partido sobre el estado “Social”. Ellos todavía quieren ayudar a programar el “contenido”. Están opuestos a los zaibatsus que demandan contenido “puro”, medido únicamente por el precio más que por el valor. ¿Pero que es lo que quiere “la gente”? En los espacios tácticos dejados vacantes por este choque de titanes desbocados, ciertas mediaciones pueden ser realizadas. El viejo poder mágico del escriba, el iniciado hermético, puede constituir una contra-fuerza al poder mágico de la manipulación del contenido, el monopolio del significado y la interpretación demandada por la totalidad (que de repente no parece tan total…).

Según estamos discutiendo el media, la evocación de la palabra “magia” parece permisible de alguna manera. Como de relevante son estas meditaciones podría probarse en las situaciones surgidas en la realidad inmediada—quizás esta es otra cola de pescado. Por ahora, sin embargo, estamos simplemente ejercitando nuestra imaginación.

Hakim Bey
NYC
1 de Mayo de 1997
Traducido por Al Azif
Notas:
* En el original aparece como medium, lo cual puede interpretarse en castellano en el sentido físico de medio o en el espiritual de medium.

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